La ansiedad es esencialmente un mecanismo defensivo. Es un sistema de alerta ante situaciones consideradas amenazantes. Es un mecanismo universal, ocurre en todos, es normal, adaptativo, mejora el rendimiento y la capacidad de anticipación y respuesta. La función de la ansiedad es movilizar el cuerpo, mantenerlo alerta y listo para intervenir ante los riesgos y amenazas, para que sus consecuencias no se produzcan o se minimicen. La ansiedad nos empuja entonces a tomar las medidas adecuadas (huir, atacar, neutralizar, confrontar, adaptar, etc.), según el caso y la naturaleza del riesgo o peligro. El peligro proviene de la obstrucción de cualquier proyecto o deseo importante para nosotros, o del deterioro de un estado o logros ya realizados. El ser humano desea lo que no tiene y quiere quedarse con lo que tiene.
La ansiedad, como mecanismo adaptativo, es buena, funcional, normal y no representa ningún problema de salud.
Ansiedad sin razón, ¿por qué sucede?
Una experiencia que, por otro lado, puede ir acompañada de un sentimiento de angustia. Cuando una persona sufre de ansiedad sin motivo, está haciendo una anticipación negativa de lo que aún no ha sucedido.
La interpretación del futuro se percibe desde el peligro, la amenaza y el riesgo. Una visión que influye en tus pensamientos, sentimientos, sensaciones y acciones. Aunque no hay una razón específica para la ansiedad, eso no significa que no tenga un origen identificable más allá de lo que se concluye en la superficie.
La paradoja de la solución a la ansiedad sin motivo
¿Alguna vez has intentado solucionar un problema, y al no poder, el malestar aumentaba?
Lo mismo puede ocurrir cuando intentamos resolver la ansiedad sin motivo aparente. Entramos en una espiral en la que los intentos de controlar nuestra propia ansiedad resultan contraproducentes, convirtiéndose en parte del problema.
¿Ansiedad sin motivo aparente?
Tener ansiedad sin motivo aparente es bastante normal, es una condición de la propia experiencia ansiosa. Es una situación que tiene un origen psicológico y un correlato físico, por lo que esta carencia también puede ser objetivo del trabajo terapéutico.
En este sentido, hay una parte muy importante de la psicología y la medicina que lo ha estudiado como un fenómeno multicausal donde se pueden observar diferentes eventos desencadenantes. Trauma psicológico, social o fisiológico por el uso de sustancias peligrosas.
Aspecto conductual
El tratamiento de la ansiedad requiere dos mecanismos de acción. El primero se centrará en racionalizar estos miedos, nombrarlos, gestionarlos, despertar fortalezas, promover el cambio y aprender a gestionar las emociones. Por otro lado, es fundamental cuidar nuestro cuerpo y generar nuevos hábitos de comportamiento.
Prácticas como la relajación, la respiración profunda o el mindfulness son ideales para canalizar la ansiedad. Asimismo, debemos definir los pasos que vamos a dar cada día: paseos, horas de descanso, actividades que nos permitan canalizar emociones y liberar presiones, etc.